Los problemas que tenemos son la fuerza que nos impulsa para vivir.
El destino es un libro que ya está escrito, con todos sus capítulos, aunque con nuestros ojos veamos las páginas en blanco. Y deseamos rellenarlas poniendo en ellas todas nuestras ilusiones y esperanzas aún sin saber que lo que nos conviene muchas veces no es lo que nosotros elegiríamos, porque hay una cierta confusión en el hecho de no aceptar la vida como es, la única certeza real, tal y como la estamos experimentando en este preciso instante. No hay otro instante, ni otra vida. Sé feliz.
«…Me dijo que su libro se llamaba el Libro de Arena, porque ni el libro ni la arena tienen ni principio ni fin.
Me pidió que buscara la primera hoja.
Apoyé la mano izquierda sobre la portada y abrí con el dedo pulgar casi pegado al índice. Todo fue inútil: siempre se interponían varias hojas entre la portada y la mano. Era como si brotaran del libro.
– Ahora busque el final.
También fracasé; apenas logré balbucear con una voz que no era la mía:
– Esto no puede ser.
Siempre en voz baja el vendedor de biblias me dijo:
– No puede ser, pero es. El número de páginas de este libro es exactamente infinito. Ninguna es la primera; ninguna la última. No sé por qué están numeradas de ese modo arbitrario. Acaso para dar a entender que los términos de una serie infinita admiten cualquier número.
Después, como si pensara en voz alta:
– Si el espacio es infinito estamos en cualquier punto del espacio. Si el tiempo es infinito estamos en cualquier punto del tiempo.»
Fragmento de: El libro de arena de J.L.Borges