Amor caníbal

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—Tengo hambre —dice ella.

— ¿No te has quedado bien con la cena?

—Otro tipo de hambre.

—No te estarán entrando ganas de comerte mi cabeza.

—No seas burro, no tengo que devorar a mi pareja para sentir placer.

— Quizá sí, sé bien que disfrutas cuando lo haces.

—Es verdad, me gusta comerte a besos.

—Tú también estás para comértelo todo.

— ¿Qué todo? ¡Dímelo!

—Todos los valles y todas las cumbres donde alcanza el sol, todas las grutas y los recovecos oscuros y jugosos.

— ¿A qué estás esperando? —responde ella. Lo mira fijamente con las pupilas dilatadas, hambrientas.

Los cuerpos anticipan el festín, el deseo se licúa convertido en fluidos corporales que se agitan y presionan, deseando desaparecer en otra piel.

Q.M.

(Fragmento de Hambre)