NÁYADE

Presentación

En el verano del 2014, escribí un cuento que trataba de recrear la historia de un personaje popular en la comarca de la Cerdanya: La anciana del lago, La vella de l’estany. Me encontré con el hecho de que, ser popular no era sinónimo de ser conocida. Había suposiciones, retazos fragmentados, “se dice…” “se cree…”.
Es una anciana legendaria, de la que se sabe muy poco, ya que sus orígenes se pierden en la bruma del pasado. Mi intención, al escribir el cuento, era acercar el personaje a toda aquella persona que quisiera escuchar esta historia. Rellenar lagunas desconocidas, con imágenes y recuerdos entrañables de las ancianas y las abuelas adorables que todos hemos conocido en alguna ocasión. Porque así, conociéndola y amándola, adquiere una vitalidad y presencia que yo calificaría de benéfica y sabia, pero sobre todo necesaria en estos tiempos modernos.
Nadie sabrá nunca la verdadera historia de lo que fue, pero sí que podemos recrear, en la ficción y en base a lo que sabemos, cómo pudo haber sido.
El cuento ha gustado mucho a todas aquellas personas que lo han leído. Dicen que es profundo, pero al mismo tiempo tierno y conmovedor. Decidí entonces, en vista de que no despertaba el suficiente interés editorial, publicarlo en Amazon. Creo que no es un cuento para que se quede en el fondo de un cajón, pero claro, ¡qué va a decir un padre!

Contraportada

A diferencia de los mitos, considerados más fantasiosos, irreales o crípticos, las leyendas se presentan como hechos que sucedieron en un tiempo real y en un contexto histórico determinado. Los protagonistas a menudo eran seres de carne y hueso que se movían en unos lugares que hoy día aún existen o son perfectamente localizables.
No obstante, las leyendas, pese a su trasfondo de verosimilitud son cuestionadas en un mundo moderno regido por la lógica. Se consideran creencias infundadas, se las despoja de todo análisis racional y quedan finalmente relegadas al mundo de niños, jóvenes y ancianos.
Es precisamente una niña que está atravesando el umbral de la adolescencia, la que no satisfecha con las explicaciones que recibe sobre la leyenda de una anciana, “la vieja del lago”, trata de indagar y descubrir el origen. Siente curiosidad por saber el ¿Cómo? y el ¿Por qué? sobre la existencia de esa singular viejecita.
Inmersa en la búsqueda, encuentra un mundo sorprendente donde el pasado y presente se entremezclan y confunden. Náyade es una ficción que surge del núcleo de la leyenda, enraizada en una realidad que desconocemos, pero podemos intuir; dado que las leyendas están hechas del material con que se construyen los sueños, las ilusiones y los grandes logros de la humanidad. Mientras una sola persona recuerde, el vínculo atemporal continua vivo y las puertas abiertas al mundo de la imaginación.
Náyade, es también un homenaje a la Cerdanya, sus gentes, sus paisajes esplendorosos y la majestuosidad de sus montañas. Y también a las aguas cristalinas, los senderos con huellas diminutas, los sonidos misteriosos y las voces que se oyen cantar en las profundidades de los bosques. Fue allí donde surgió esta historia.

NOTA: Sobre esta edición

En la versión publicada no se ha incluido el prólogo por considerar que era excesivamente largo y descriptivo, y quizás carente de interés para determinados lectores. He optado por entrar de lleno en la historia, en la acción propiamente dicha, de una manera más fresca y ágil. La náyade ya se encuentra en el lago.

En la parte omitida se narra el descenso desde su lugar de origen, el lago de Lanós, hasta su llegada al estanque de Puigcerdá. En su viaje, se desplaza a través de débiles riachuelos y cursos de agua que desembocan en el caudaloso río Carol. Son las aguas de este río las que alimentan la acequia de las que se nutre el lago de la capital ceretana.
Comienza así:

“Se desliza sobre la superficie mansa y fría del lago antes de partir, sin ruido. Apenas se agitan las aguas aún dormidas. El tiempo parece estar detenido. Su cabello largo y rubio, ceñido a la frente con un hilo trenzado de plata, flota tras ella y la sigue, convertido en una capa dorada. Se detiene ante su roca preferida, la cual emerge sobre el agua como el sombrero de un hongo gigantesco; líquenes y delicados musgos cubren la áspera superficie creando un mullido tapiz. Siempre le ha gustado sentarse allí al amanecer y sentir los tibios rayos del sol que bostezan a la tímida aurora. Con su peineta de oro se ha entregado infinidad de veces al ritual de desenredar y peinar los sedosos cabellos revueltos tras la noche.
Continúa nadando, se acerca a una orilla de áspera arena, sale fuera. No quiere marchar sin despedirse de sus pequeñas amigas, las plumosas y delicadas pulsatilas, que crecen al abrigo de unas peñas, en un pequeño desnivel herboso y húmedo. Coge una de las flores púrpura con delicadeza, la contempla, la llaman la flor del viento porque se abre cuando sopla el aire, pero en esta ocasión se ha abierto ante el roce de sus dedos. La engarza sobre su oreja entre el cabello y la trenza plateada. Contempla maravillada una vez más aquellas praderas verdes que rodean las aguas y se alejan hacia las colinas. En la última luna llena eran fangosas, marrones, desprovistas de vida; solo las grandes manchas, blancas y redondeadas, de los últimos neveros destacaban sobre la superficie, y las rocas sempiternas, semejando la vasta piel de un animal mitológico. Pero la naturaleza se apresura en aquellas latitudes heladas, de exiguos veranos, para cumplir su ciclo vital; apenas la nieve desaparece los tallos verdes emergen con fuerza hacia la superficie.
Regresa al lago, se tumba de espaldas sobre el agua y contempla la inmensidad de la bóveda que la cubre. Las estrellas se van extinguiendo, sopladas por una boca invisible. Las cumbres nevadas rodean y protegen aquel paraíso. Las aguas la acogen y acunan, un aire de infinitud envuelve el instante, lanzas de oro aparecen por el este anunciando el nuevo día. ¡Es la hora! Respira profundamente y se transforma en una rana verde como una hoja, verde como sus ojos. Se desliza por un pequeña corriente de agua que, abandonando el inmenso lago, se dirige al sur”.

El lago de Lanós, Etang de Lanoux o Estany de Lanòs, es un lugar misterioso, un enclave feérico de especial relevancia en las tradiciones y leyendas del Pirineo. El insigne, y gran poeta, Jacinto Verdaguer lo nombra en su colosal obra Canigó. Es el lugar de procedencia de la dama de agua que ofrece como presente, a Gentil y Flordeneu, una arpa de oro que hace pasar la tristeza y trae la alegría.

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