Canción para una sirena

De Roberto Hidalgo, músico, compositor, cantante de blues, y sobre todo buena persona y amigo generoso, os hablé no hace mucho. Le había comentado que me haría ilusión poner música al escrito: Betty, la sirena coja. Le gustó el poema y no tardó en ponerse manos a la obra y hacer unas pequeñas adaptaciones y arreglos en la letra dada la extensión. Y este es el resultado: un tema precioso, melódico y evocador que capta muy bien la esencia del escrito y lo magnifica. Estoy eternamente agradecido por esta creación, este regalo. Realmente conmueve y emociona.

Así que lo comparto con vosotros. La música, la poesía, las letras…nunca dejaran de ser el bálsamo del caminante y una caricia para los corazones. Feliz año 2023.

Llamas

Movimientos ondulantes, felinos, de caderas sinuosas y rotundas, hipnótico espectáculo de  exóticas bailarinas ciegas, desnudas bajo encajes ígneos transparentes, púrpuras, amarillos y  anaranjados, tan leves y etéreos que se elevan al cielo acariciando el aire y dejando entrever la voluptuosidad de unos cuerpos dorados rodeados de  velos de seda ardiente…

Llamas…

Saltarinas y alegres duendecillas, sin edad, eternamente jóvenes, brujitas seductoras  que impregnan de magia y hechizos los cuentos que por las noches  se narran al amparo de su protectora presencia;  espectáculo fascinante, vivarachas, juguetonas, en ocasiones pícaramente tímidas, jugando al escondite, riendo y saltando sobre los troncos que arden en la chimenea.

Seductoras salamandras del fuego, que se deslizan sobre los leños, desnudas, provocadoras, chisporroteando guiños rubíes. Danzan alrededor de sus corazones de madera,  abrazándolos, acariciándolos  hasta que se entregan enamorados a sus encantos.  Y se deslizan sobre ellos y los besan rodeando su cuello con los brazos, con tal pasión que los troncos arden en deseo, humean sus cuerpos calientes y ser amados se convierte en su único anhelo.

Y se consuma el deseo, leño y fuego se funden, indistinguibles, y devienen una sola llama, una hoguera ardiente que lo devora todo.

Veo las llamas reflejadas en tus pupilas de cambiantes tonos naranja,  y el rubor en tus mejillas sonrosadas y cálidas, tu boca son dos rubíes que rivalizan en intensidad con el rojo púrpura e incandescente de las ascuas, tus labios son fuego ardiente,  sabrosos y embriagantes como una fresa madura. Y cuando pronuncian mi nombre se convierten en aliento de fuego que quema  mi piel y hace hervir la sangre que corre por mi cuerpo. Mis emociones y mis fluidos se convierten en lava del volcán que arde de deseo y amor por ti en mis entrañas y en mi corazón.  Y tú lo sabes…porque en mis ojos ves reflejados los tuyos y en ambos arde la misma llama, y siento las ondas  de tu océano agitarse tumultuosas bajo tu pecho cuando te abrazas a mí, noto como aumenta la intensidad de las olas, crecen y se curvan  en círculos de espuma y de anhelos. Pasión es el nombre de tu mar y del oleaje tempestuoso  que se abalanza sobre mi montaña de fuego. Y se produce el encuentro, el volcán  estalla  al sentir el contacto de tu agua salada y fresca. Arroyos de agua ardiente y fuego líquido surgen en la nacida nueva tierra, ríos con sabor a miel. 

―Me ha encantado este beso ―dice ella.

―Ha sido inmenso, como asistir a la creación de una nueva estrella ―dice él.

―Podríamos crear toda una galaxia ―dice la mujer.

Con el dedo de la mano  dibuja un corazón en el pecho desnudo del chico, mientras se pasa la lengua por los labios y lo mira con ojos de gata.

―Un Big Bang, es mucho mejor ―dice el hombre.

Se inclina sobre la amada ―recostada en el sofá, desnuda bajo la manta― y mete la cabeza bajo la cálida cobertura. Ella suspira al notar la lengua húmeda y ardiente sobre su piel.

Boca de guitarra

Roberto Hidalgo es un compositor y poeta urbano de gran sensibilidad, un «bluesman» de Alicante, del cual tengo el honor de ser su amigo. Perded el tiempo de escucharlo y ganaréis en calidad de vida, pues la música y la poesía son el bálsamo del caminante.

Nos conocimos hace ya unos años, trabajando en las alturas. No, no éramos ángeles camuflados, ni azafatos de vuelo, ni funambulistas caminando por la cuerda floja, ni pilotos de ultraligeros, ni superhéroes encaramados en antenas parabólicas vigilando las calles…bueno lo de superhéroes, un poco sí. Trabajábamos en el sector de la construcción, a veinticuatro plantas del suelo en andamios donde no hubiese subido ni spiderman y bajo presión del villano de turno, pero no era la ausencia de vértigo lo que nos permitía «volar» sino las alas de la imaginación, la creatividad y la ilusión de compartir aquello que nos hacía felices a nosotros: los sueños.

Los sueños hacen libre al hombre del encierro de la crisálida de la mente, en ocasiones nuestro peor enemigo. Y el tiempo ha pasado desde entonces y no hemos dejado de volar, en cielos distintos, siempre libres.

Cordones de mimbre

Los problemas que tenemos son la fuerza que nos impulsa para vivir.

El destino es un libro que ya está escrito, con todos sus capítulos, aunque  con nuestros ojos veamos  las páginas en blanco. Y deseamos rellenarlas poniendo en ellas todas nuestras ilusiones y esperanzas aún sin saber que lo que nos conviene muchas veces no es lo que nosotros elegiríamos, porque hay una cierta confusión en el hecho de no aceptar la vida como es, la única certeza real, tal y como la estamos experimentando en este preciso instante. No hay otro instante, ni otra vida. Sé feliz.

«…Me dijo que su libro se llamaba el Libro de Arena, porque ni el libro ni la arena tienen ni principio ni fin.

Me pidió que buscara la primera hoja.

Apoyé la mano izquierda sobre la portada y abrí con el dedo pulgar casi pegado al índice. Todo fue inútil: siempre se interponían varias hojas entre la portada y la mano. Era como si brotaran del libro.

– Ahora busque el final.

También fracasé; apenas logré balbucear con una voz que no era la mía:

– Esto no puede ser.

Siempre en voz baja el vendedor de biblias me dijo:

– No puede ser, pero es. El número de páginas de este libro es exactamente infinito. Ninguna es la primera; ninguna la última. No sé por qué están numeradas de ese modo arbitrario. Acaso para dar a entender que los términos de una serie infinita admiten cualquier número.

Después, como si pensara en voz alta:

– Si el espacio es infinito estamos en cualquier punto del espacio. Si el tiempo es infinito estamos en cualquier punto del tiempo.»

Fragmento de: El libro de arena de J.L.Borges

Tiempo

¿Qué es el tiempo? Granitos de arena cayendo en un reloj de cristal. El espacio vacío entre dos latidos. El cordón que engarza los recuerdos. El espacio que une y separa inhalación de expiración, o lo que es lo mismo, el trayecto entre la llegada y la partida.

¿Cuánto tiempo tiene este niño? Los niños no tiene tiempo, solo vida.

¿Cuánto tiempo me queda doctor? Toda una vida.

¿Una vida cuánto tiempo es? Depende de si le tienes miedo a vivirla o no.

Tiempo es todo lo que somos dicen algunos, yo lo dudo, somos lo opuesto: pasión. La pasión pertenece al corazón, consume los días, y las horas, pletóricos de vida, frutos recién cogidos del árbol de la vida. El tiempo es el amo de los cuerpos, el contable de lo que hemos gastado y lo que supuestamente nos queda. La vida se llena de temores. ¿ Y si?

El océano es un espectáculo majestuoso, magnífico, inmenso, comparable a la vastedad del tiempo, hay personas que solo lo observan o meten el pie dentro, otros en cambio saltan sobre las olas y se sumergen de cabeza en él.

Catch your breath in your sleep now
Don’t whisper it’s too loud
Live every beat per moment

So hard, when it’s, so far, and you’re lost; divided
Then the hands break
Are you scared now?
Don’t be scared now, there’s still time

It’s not hard when it’s not far, you’re not lost
You’ll find it

Thousands and thousands of miles and your steps won’t die
Home is so very far
But you’re walking and walking and walking with your head held high
Yeah, time is all we are

(Time de Hans Zimmer)

Uróboros, el ciclo eterno

Poesía y música, bálsamos del alma.

«Hemos estado vagando toda la noche

y parte de este día

Ahora de regreso una vez más

Traemos una alegre guirnalda

Quien bajará a esa sombría arboleda

Y convocará allí a las sombras

Y atará una cinta en aquellas brazos protectores

En la primavera del año».

Loreena McKennitt – The Mummers Dance

Deja que el misterio exista

Todos se están preguntando de qué y de donde

Todos vienen

Todos se están preocupando sobre a donde se irán

Cuando todo se acabe

Pero nadie lo sabe ciertamente, así que a mí me da lo mismo

Creo que dejaré que el misterio exista.

Héroes anónimos: todos nosotros

Hace unos años ocurrió un hecho criminal en un país hermano, una injusticia que costó una vida inocente en trágicas circunstancias. De aquellos días es este escrito, no es mío, lo conservo desde hace mucho tiempo porque, aparte de conocer a los protagonistas, refleja no solo un estado de ánimo de desamparo y soledad ante las desgracias, sino que también habla de resiliencia, fuerza y coraje, de ese héroe que todos somos cuando las circunstancias lo requieren. Este pequeño montaje es un canto a la vida, al optimismo, a las infinitas maravillas y posibilidades que portamos dentro, a veces quizás no manifestadas aún, pero ahí están esperando por nacer y manifestarse llegado el momento…héroes anónimos sin iniciales en la ropa, pero con rayos X en el corazón.

Hambre

Quita la tapa trasera transparente del caleidoscopio, sacude el tubo y del cilindro caen las diminutas piezas de colores, traslúcidas, los pétalos de flores y estrellas caprichosas e irrepetibles que tantas veces ha contemplado. Dentro permanecen los tres espejos unidos formando un triángulo equilátero que se refleja y multiplica a sí mismo creando un prisma de múltiples facetas con aspecto de diamante. Se lo acerca al ojo y mira por el orificio del observador, y da un salto de alegría.

—¡Lo sabía! —grita entusiasmado. Ahora tiene seis prismas nítidos, mueve el invento arriba y abajo, seis imágenes del cielo, seis instantáneas del suelo herbáceo y seco, un ojo compuesto como una mantis, su animal preferido, y se dispone a cazar grillos.

Comprueba pronto que no es tan fácil sostener el caleidoscopio con una mano y con la otra levantar las piedras, así que aguanta la respiración para no hacer ruido y se imagina sus orejas girando como radares, ya lo ha localizado: ¡Cri, cri! ¡Cri, cri! a su izquierda. Se agacha, arranca el tallo seco de una gramínea y avanza despacito, sin dejar de mirar por el tubo. Hurga con la cañita en el agujero, el grillo permanece callado, mueve la brizna con más brío, casi enfadado, y esta acaba rompiéndose, la tira con todas sus fuerzas pero cae mansamente a sus pies.

— ¡Lucas, a cenaaaar! —oye que lo llama su madre.

—Ya voy.

Se guarda el tubo en un bolsillo y abandonando el jardín se dirige al porche con paso rápido. La caza le ha abierto el apetito.

Después de cenar, en el cielo ya hormiguean las estrellas en un telón de negritud que cierra el día, las mariposas nocturnas se acercan atraídas por la luz a los dos farolillos de la terraza. Afortunadamente son más fáciles de cazar que los grillos —los cuales han iniciado un concierto en toda regla— Toma la red oculta tras una enmarañada madreselva y de un gesto preciso atrapa una polilla de buen tamaño. La coge con cuidado de no lastimarla y allí sobre la mesa, oculto entre macetas de geranios, abre la trampilla del terrario y la suelta dentro. No olvida nunca que no les gustan los insectos muertos, únicamente se los comen si están vivos.

Se llaman Midori la hembra y Sutoro el macho, ella porque es verde y él porque es del color de la paja. Midori apareció un día subida y quieta como una gárgola diminuta en la rama de un rosal. Sutoro se lo trajo su padre hace un año, cuando estuvo en un congreso de hardware en Valencia, era de una subespecie africana y según le dijo más caro que un canario. Por eso estaban encerrados, para que no huyesen, aunque a veces cuando nadie miraba, abría la puertecita y dejaba que saliesen a explorar los geranios. La pareja permanecía inmóvil la mayor parte del tiempo, como una hoja, moviendo solo la cabeza que giraban en su dirección, creando el efecto de que lo miraban fijamente con aquellos grandes ojos abovedados y extraterrestres.

—Qué bichos más inquietantes, dan un poco de miedo, mejor así —dijo su madre cuando los vio recluidos por primera vez. Lucas no tuvo que insistir para que le comprasen un terrario, su padre por la pérdida económica que supondría que se escapase el  macho; y ella por el alivio que le suponía el ahorro de un encuentro imprevisto con unos insectos que no eran de su agrado, y no lo ocultaba.

—Y no me digas que es porque te gustan, hijo, te podías haber enamorado de un cachorro de peluche, de un animalito cariñoso y alegre, pero no me esperaba esto, un insecto repelente y además de hábitos alimentarios muy asquerosos. Tienen prohibido  entrar en casa, ellos y su comida. Solo me faltaría encontrar una alimaña en el sofá o paseando por la cocina.

—Tranquilízate Pilar —apaciguó su padre— Lucas sabe perfectamente que es de su absoluta responsabilidad el cuidado de las mantis. No habrá que recordárselo. Yo las encuentro también fascinantes, tienen cinco ojos, visión  tridimensional como los humanos, ni siquiera los simios…

—Y además no son ni monstruosas ni asquerosas, también las llaman santateresa, será por algo —interrumpió el niño, con sorna.

—Estáis avisados —fue su respuesta— y desapareció ofendida, frunciendo los labios, tras la mosquitera de la entrada. Los cómplices se guiñaron un ojo al unísono, habían ganado el primer asalto.

Su madre es periodista, escribe artículos en la sección cultural  de un diario regional y los sábados por la tarde es presentadora en un magazine de entrevistas a personajes relevantes del mundo del arte y las letras en una cadena de televisión. Siempre ocupada y apresurada, su lema es “A fondo” y Lucas no sabía si se refería a que le gustaba pisar el acelerador o a que le gustaba llegar a las profundidades de las personas.  Delgada,  estilizada, de pelo negro y lacio recordaba a una jovencita japonesa, sus ojos oscuros tenían además rasgos que hablaban de influencia asiática. Su padre pertenecía a una minoría étnica peruana que vivía aún en los límites de la selva amazónica. Por esa razón  a la joven mente de su hijo le confundía ese rechazo a lo salvaje y a la naturaleza por parte de su madre, hasta que un día lo entendió: A ella le encantaba  moverse en la jungla de asfalto, entre el bullicio y el ruido de una gran urbe,  esquivando y en ocasiones ahuyentando a todo tipo de fauna: vistosa, hermosa, gritona, malcarada, sibilina, depredadora, carroñera… Era una naturalista, una bióloga social en un mundo de fieras, las más peligrosas  cubrían la piel con chaqueta y corbata, de modales educados pero hipócritas, un mundo de egos trepadores tratando de llegar a lo más alto de las ramas. Su mirada los delataba, eran peligrosos, no de fiar y mucho más crueles que las mantis.

Su padre en cambio era lo opuesto, alto pero rechoncho, con el cabello rizado y siempre revuelto, enemigo del peine, bigotillo negro, gafas de miopía leve, azules como sus ojos. Camisas de cuadros remangadas hasta los codos, brazos peludos. Aspecto mezcla de profesor despistado y cocinero italiano. De mente brillante, había creado su propia empresa GHT (Green Heart Technology) y diseñado un dispositivo similar en aspecto y tamaño a un smartphone, que mediante un cable conectado a las hojas de las plantas  captaba los cambios eléctricos de las mismas.

Recordaba la entrevista que le hizo en la televisión su mamá. La había visto cien veces, conocía cada palabra, así como  la teoría de aquel proyecto a la perfección.

— ¿Entonces Sr. Donoso, su dispositivo graba los sonidos inaudibles que emiten las plantas? —le preguntó.

—Llámeme Carlos, por favor. Respondiendo a su pregunta: No, no es exactamente así. El dispositivo, mediante un cable acabado en unas pinzas, no en un micrófono o unos auriculares, se conecta a la hoja de una planta y recoge micro fluctuaciones eléctricas de la misma que son procesadas por un secuenciador y convertidas en un lenguaje.

— ¿Un lenguaje? ¿Similar a una partitura musical?

— Utilizamos el protocolo MIDI (Interfaz Digital de Instrumentos Musicales). Es un lenguaje que permite a ordenadores, instrumentos musicales y hardware comunicarse entre sí. No transmite señales de audio ni graba sonidos emitidos por las plantas. Son mudas, pero pueden comunicarse con datos.

—Es muy compleja de entender su explicación. ¿A nivel profano, cómo lo describiría?

—El dispositivo recoge datos de los biorritmos de la planta, de sus “ondas cerebrales”.  Es igual que el gráfico de un electroencefalograma, nos da información de un individuo.  También es parecido al mecanismo de las antiguas cajitas de música: un cilindro que gira mediante un resorte. En el rodillo hay unos salientes, similares a clavos, colocados en una determinada disposición que accionan al girar unas lengüetas que producen las diferentes notas. No es preciso tener conocimientos musicales, el rulo contiene la información codificada que la cajita interpreta.

Lucas adora a sus padres, son sus superhéroes preferidos. Viven en una burbuja de dicha, ellos tres y las mantis ¡perfecto! o al menos eso le parecía a él. Aquella noche su padre no volvió a casa,  se quedaba durante la noche en el estudio de grabación trabajando en un nuevo proyecto. Lo había hecho en otras ocasiones, pero nunca su madre había llorado por ello.

— ¿Qué ocurre mamá? —le pregunta mientras cenan.

—Eso me gustaría saber a mi también —fue su respuesta. Y luego continuó —Nunca lo había visto así, tan metido en su mundo, tan hermético, con tantos silencios a su alrededor, él que siempre comparte sus experiencias, especialmente  aquellas que lo asombran y alegran. En eso os parecéis mucho, no podéis esconder lo que pensáis ni sentís, sois como una telaraña de hilos casi invisibles, transparente, pero con una geometría compleja y perfecta. Solo os separan treinta años de diferencia.

—Será que el proyecto del cuarteto se le está complicando.

—Sí, pero no es solo eso. Crear un cuarteto con una aralia, una cala, un filodendron y  un ficus es algo inédito y novedoso, que den un concierto y pueda grabarse un CD en directo lo es aún más, de hecho es una auténtica revolución mental. Hay mucha gente interesada en lo que se está ya considerando como un contacto con seres de otro mundo, aunque los vegetales siempre han estado aquí, a la vista. Por ello debería estar exultante y sin embargo no lo está.

Foto de Karolina Grabowska: https://www.pexels.com/

(Continuará)

Sound

«…Haz todo lo que temes

en esto hay poder

el poder no es para tener miedo…

…Ven, sumérgete
Deja tus huesos, deja tu piel
Deja tu pasado, deja tu oficio
Deja tu corazón sufriente…»

James, en estado puro. Uno de sus temas más seductores y poéticos, con un ritmo creciente que invita a dejarse transportar por la música. ¡Buen viaje!

«Existen otros mundos, pero están en este».

La palabra trance proviene del latín transīre: transitar, transportarse, cruzar, pasar por encima, y los múltiples significados de su parónimo «entrada» (relacionado con umbral, conducto, portal y canal).

(Fuente: wikipedia)