Canción para una sirena

De Roberto Hidalgo, músico, compositor, cantante de blues, y sobre todo buena persona y amigo generoso, os hablé no hace mucho. Le había comentado que me haría ilusión poner música al escrito: Betty, la sirena coja. Le gustó el poema y no tardó en ponerse manos a la obra y hacer unas pequeñas adaptaciones y arreglos en la letra dada la extensión. Y este es el resultado: un tema precioso, melódico y evocador que capta muy bien la esencia del escrito y lo magnifica. Estoy eternamente agradecido por esta creación, este regalo. Realmente conmueve y emociona.

Así que lo comparto con vosotros. La música, la poesía, las letras…nunca dejaran de ser el bálsamo del caminante y una caricia para los corazones. Feliz año 2023.

Cine

Foto de Pavel Danilyuk-Pexels.com

―¡Qué buena la película! Hay que ver lo que me ha hecho reír.

―¡Qué dices! La película no ha tenido ninguna gracia. Más bien ha sido un drama.

―Pues yo he disfrutado con los diálogos, eran muy ingeniosos.

―A mí me han parecido soporíferos.

―¡Un peliculón! Lo que he disfrutado no tiene precio.

―Pues yo la encontrado aburridísima, ha sido dinero tirado.

―¿De qué película habláis?

―De la última de Clint Sudwood.

―Es raro que tengáis opiniones tan dispares viendo lo mismo.

―No tiene nada de raro. Las películas tienen imagen y pista de sonido, pero no tienen banda emocional, sino que cada uno pone la suya. Vemos nuestras propias emociones porque siempre las llevamos puestas, no son transferibles, ni cambiables, surgen de nuestra intimidad, están hechas de nosotros,  y en nosotros desaparecen nuevamente cuando acaba la función. Nadie nos las puede dar, ni prestar, ni acceder a ellas. Incluso así, siendo nuestra «posesión» son un completo misterio para nosotros mismos, nadie sabe el final de la película. Eso sí, siempre son de riguroso estreno…la vida es una función privada, íntima, de un solo autor para un espectador solo.

P I AN O by Brian Martin-Onraët

Un relato magnífico, me ha encantado y creo que merece la pena conocer.

MasticadoresMéxico // Editora: Scarlet Cabrera

Color is the keyboard,

The eyes are the harmonies,

The soul is the piano with many strings.

Vassily Kandinsky 1866-1944

1

La campanita de la puerta sonó cuando entró en la tienda. Sintió inmediatamente la diferencia de temperatura. El frío y las lluvias de Marzo quedaban afuera: los instrumentos necesitaban un ambiente controlado, una temperatura constante para proteger sus cuerpos de madera, sus cuerdas, su voz.

Cerró la puerta y entró. Se quitó los guantes, la bufanda, desabotonó su abrigo, y empezó a mirar a su alrededor: pianos, órganos, cellos, violines, hobos, guitarras, altos, clarinetes… Parecía el legendario cementerio de los elefantes: el lugar donde venían a morir los instrumentos de música después de su último concierto.

En el fondo de la tienda, se paró una sombra. ¿El dueño de la tienda, o el empleado? Se parecía a sus instrumentos: cansado, gris, como cubierto de polvo. Sus huesos parecían…

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Becaria en llamas en clave de rapsodia bohemia

Bruxismo nocturno

«Por lo visto, todos los animales heridos se reconocen, de cualquier especie»

Auri Lizundia, Capitulo III. Becaria en llamas

«Qué extraordinaria es, qué inaccesible. Hiere como hieren las rosas, aunque no con la espina como han dicho tantos. La rosa hiere siempre con su rosa y el desgarro es el de la espina, pero a menudo es una herida de mera belleza, sólo fuego de belleza»

Aniara, 19. Harry Marteson

I.

Marchemos hacia ese mar de fuego

no estás sola bajo la lluvia fría

Si buscas la chispa que prenda las llamas

Aquí tienes tu primera cerilla

II.

No te rindas en desiertos interiores

Ni permitas que la llama se consuma

Aunque el tiempo reabra tus heridas

No estás sola bajo la lluvia fría

III.

Hiere como hieren las rosas

Que no sólo hieren con sus espinas

Hiere con su belleza que es fuego de belleza

Hiere con su mirada…

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Círculos

Dibujando un círculo con el dedo sobre la tranquila superficie del agua. Simultáneamente se crea y desvanece la forma. No tiene pasado ni futuro. Al igual que la felicidad, no tiene memoria, es lo que sucede en el instante, la sonrisa de un niño, el aroma exquisito de una flor solitaria.

La infelicidad traza el círculo con el dedo arañando el duro y frío hielo de los recuerdos, congelando el tiempo, negando a la vida una nueva primavera.

Betty, la sirena coja

Foto de Roberto Nickson para: https://www.pexels.com

La luz penetra a través de las rendijas

De tus parpados cansados y soñolientos,

Emerges de las profundas aguas 

Donde se diluyen tus recuerdos, 

Sin ella, tu chica anfibia.

Y te sientes vacío y abandonado 

En las rocas de la escollera

De tu mente atormentada, 

Donde se estrellan 

Las olas de su memoria

Con la esperanza de verla aparecer entre la espuma

Una vez más.

Pero tu amada anfibia se fue mar adentro, 

Una tarde de verano, dejando las sandalias en la playa

Y una nota escrita de su mano bajo la toalla.

«Ningún hombre me ha amado como tú, 

Volveré a nacer para poderte besar una vez más».

Cada palabra del mensaje

fue un río de lágrimas en tus ojos 

Que desembocaron en un mar de desolación y pena.

«¡Vamos Ulises! Los héroes no lloran. 

La casa te invita a otro whisky,

Lo mejor para olvidar».

Dice el camarero.

«Cuéntanos la historia de tu chica, una vez más».

Dice un ebrio con voz pastosa.

«¡Qué tonto, qué ciego!

Confundir a Betty la  camarera, 

Con su prótesis de madera, coja y canosa

Con una hermosa sirena 

Con cuerpo de diosa  y cola de delfín».

Se burla un borracho.

Otro añade:

«¡Vaya par de patas para un banco!»

Y las risas se elevan en el aire, 

Graznidos de estúpidas gaviotas,

Aves carroñeras que se alimentan de jirones de carne, 

De tripulantes de barcos naufragados y de 

Despojos de vidas desechas que van a la deriva.

Pero tú Ulises no los escuchas, no entienden,

No han visto nunca una sirena, 

Solo han visto a Betty, la camarera mutilada, 

Nunca a una mujer, ni a tu bella ninfa, 

En su trono de coral rojo sentada, 

Reina de tu mar en calma. 

Y les hablas de ella, y recuerdas como la querías, 

¡Cuéntales Ulises! 

….

«Su mirada se perdía en la frontera infinita del horizonte

Contemplando el azul del mar 

Y el misterio de sus profundidades, 

Que se reflejaba en sus  ojos turquesa, 

Cambiantes como las mareas. 

De cómo el sabor a sal perdura

en la memoria de mis labios,

Cuando besaba  su piel desnuda

El aroma de su cuerpo era de fruta madura y vainilla, 

El tacto y el color de la piel

recordaba al rosado melocotón.

Sus labios sabían a miel.

Dulces eran las horas pasadas junto a ella 

Y las más hermosas.

No  importaba que también  me faltase una pierna,

La inédita historia de dos cojos enamorados.

Y me cantaba al oído en un lenguaje submarino,

Hecho de burbujas y destellos de luz.

Su voz no era lo que cuentan las leyendas ni los mitos,

Los cantos de las sirenas

No estrellan navíos  contra los arrecifes,

Ni envían tripulaciones al reino de Poseidón,

Alivian las almas del peso  de eslabones  y cadenas.

Tal era el prodigio que producían sus canciones.

Betty se llamaba mi amada anfibia. 

Y sé que vuestras cabezas creen que os miento,

Que todo es imaginación  de escritor 

Que vive del cuento.

Pero veo que calláis y los ojos os brillan,

Chiquititos como estrellas solitarias en la noche. 

El corazón se os ha entibiado dejando ir las penas, 

Y os ha revelado el secreto de mi sirena,

Y añoraréis su ausencia como yo,

Y esperaréis en el puerto su regreso,

Entre los escollos espumosos os parecerá ver su cola

 Y en la brisa creeréis oír su canto.

Mas todo será en vano, las olas me han traído su mensaje,

Me esperará en la playa, la próxima luna llena

Y emprenderemos un viaje».

Y Ulises tenía razón, 

Las mentes de los hombres no lo creyeron

Pero sus corazones envidiaron su destino.

 Al amanecer de la primera noche de plenilunio

 Encontraron su ropa junto a la pata de palo en la playa.

 En la arena aún podían verse las huellas

 De un par de pies caminando hacia el devenir.

Boca de guitarra

Roberto Hidalgo es un compositor y poeta urbano de gran sensibilidad, un «bluesman» de Alicante, del cual tengo el honor de ser su amigo. Perded el tiempo de escucharlo y ganaréis en calidad de vida, pues la música y la poesía son el bálsamo del caminante.

Nos conocimos hace ya unos años, trabajando en las alturas. No, no éramos ángeles camuflados, ni azafatos de vuelo, ni funambulistas caminando por la cuerda floja, ni pilotos de ultraligeros, ni superhéroes encaramados en antenas parabólicas vigilando las calles…bueno lo de superhéroes, un poco sí. Trabajábamos en el sector de la construcción, a veinticuatro plantas del suelo en andamios donde no hubiese subido ni spiderman y bajo presión del villano de turno, pero no era la ausencia de vértigo lo que nos permitía «volar» sino las alas de la imaginación, la creatividad y la ilusión de compartir aquello que nos hacía felices a nosotros: los sueños.

Los sueños hacen libre al hombre del encierro de la crisálida de la mente, en ocasiones nuestro peor enemigo. Y el tiempo ha pasado desde entonces y no hemos dejado de volar, en cielos distintos, siempre libres.

Cordones de mimbre

Los problemas que tenemos son la fuerza que nos impulsa para vivir.

El destino es un libro que ya está escrito, con todos sus capítulos, aunque  con nuestros ojos veamos  las páginas en blanco. Y deseamos rellenarlas poniendo en ellas todas nuestras ilusiones y esperanzas aún sin saber que lo que nos conviene muchas veces no es lo que nosotros elegiríamos, porque hay una cierta confusión en el hecho de no aceptar la vida como es, la única certeza real, tal y como la estamos experimentando en este preciso instante. No hay otro instante, ni otra vida. Sé feliz.

«…Me dijo que su libro se llamaba el Libro de Arena, porque ni el libro ni la arena tienen ni principio ni fin.

Me pidió que buscara la primera hoja.

Apoyé la mano izquierda sobre la portada y abrí con el dedo pulgar casi pegado al índice. Todo fue inútil: siempre se interponían varias hojas entre la portada y la mano. Era como si brotaran del libro.

– Ahora busque el final.

También fracasé; apenas logré balbucear con una voz que no era la mía:

– Esto no puede ser.

Siempre en voz baja el vendedor de biblias me dijo:

– No puede ser, pero es. El número de páginas de este libro es exactamente infinito. Ninguna es la primera; ninguna la última. No sé por qué están numeradas de ese modo arbitrario. Acaso para dar a entender que los términos de una serie infinita admiten cualquier número.

Después, como si pensara en voz alta:

– Si el espacio es infinito estamos en cualquier punto del espacio. Si el tiempo es infinito estamos en cualquier punto del tiempo.»

Fragmento de: El libro de arena de J.L.Borges

NÁYADE/Final/De Quirico Molina by Scarlet Cabrera

Comparto con vosotr@s este exquisito y profundo homenaje a Náyade, de la mano de la editora de Masticadores México, Scarlet Cabrera.

MasticadoresMéxico // Editora: Scarlet Cabrera

Pero las fuerzas del inconsciente aparecen con mayor frecuencia, no en el material clínico sino también en el mitológico, religioso artístico y todas las demás actividades culturales con las que se expresa el hombre. Evidentemente, si todos los hombres tienen heredadas en común normas de conducta emotiva y mental (que Jung llamó arquetipos) es de esperar que encontremos sus productos (fantasías simbólicas, pensamientos y actos) prácticamente en todo campo de actividad humana. (1)

Marie-Louise von Franz

Pero si bien a mucha gente le encantaba oírla, a algunos sujetos no. Sus discursos morales con los más jóvenes les parecían «peligrosos». La palabras «conservación» y respeto a la naturaleza les parecían revolucionarios

Náyade.Q.M.

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El mito, particularmente, trata preguntas existenciales del ser humano, dado que da explicación a la creación de los objetos, el origen de los seres, la muerte, el nacimiento, el bien, el mal, las tradiciones, los fenómenos…

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