Una pequeña colaboración en https://masticadores.com/
Gracias a los adelantos tecnológicos, escuchando simultáneamente a dos grandes: Enrique y Fito. Una gozada. 🙂
Teresa recuerda que caminaban cogidos de la mano en silencio, con la devoción y el enamoramiento de sus catorce años. De repente, Ignacio se detuvo frente a un abedul, hurgó en un bolsillo y extrajo la navajilla de buscar setas; cortó un rectángulo perfecto en la corteza nívea del árbol y la desprendió con cuidado. Se giró de espaldas para que ella no viera lo que hacía —le encantaba sorprender— y tras unos minutos en los que solo veía gesticular sus brazos, se volvió.
—Ten, es para ti —alargó la mano y le tendió el objeto.
Era una máscara tosca, pero bien ejecutada. Había recortado las cuatro esquinas hasta darles una forma elíptica, cortó dos orificios almendrados para los ojos y otro con forma triangular para alojar la nariz. No tenía boca.
—Decían los antiguos celtas que el abedul es un árbol sagrado; el color blanco de su tronco destaca…
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