Tempus fugit

A menudo me encuentro con la inevitable y típica pregunta ¿Has leído a tal autor? ¿Conoces este libro? Preguntas que se pueden hacer extensivas a todas las variables del arte y del conocimiento, poemas, películas, músicas, etcétera.
En ocasiones, depende del día, uno se siente un poco “avergonzado” de no conocer a tal o cual, que supuestamente deberíamos conocer(y que todo el mundo parece conocer), por tratarse de alguien popular o por ser un clásico, un súper-ventas, un genio, un sabio, un artista. Es indistinta la categoría. Siempre hay carencias, siempre hay lagunas. Se dan a conocer a diario miles de obras que se añaden a las ya existentes. Se trata más bien de una cuestión de selección, de afinidad, de elegir los bocados apetecibles en una mesa repleta de todo tipo de manjares. Los gustos no son coincidentes. Y aún así, aún solo eligiendo lo apetecible, no hay finitud, no hay un punto o un momento en que uno pueda decir: “He leído todo lo que me había propuesto”.
Los budistas, a menudo representan en sus imágenes a deidades sentadas en una flor de loto sobre la que reposa la luna como mullido cojín. Una flor que flota en un océano, sinónimo de infinitud. Dicen que las mencionadas aguas representan el conocimiento humano, que es inalcanzable: a más sabes, más te falta por saber. Por contrapartida, implícitamente, hablan de ignorancia. Y es que estamos compuestos de esa mezcla de saber y desconocimiento, un equilibrio utópico porque los logros posibles y futuros, siempre pesarán más que los logros reales(lo que poseemos por el simple hecho de tenerlo asimilado pasa a fundirse en nosotros, indistinguible de lo que somos).
Pero eso es filosofía. La realidad es diferente. Leo que ha muerto un insigne escritor y su biblioteca será donada a una fundación. Miles de libros qué, independientemente de su valor material, constituyeron en su día el alimento anímico o intelectual de aquella persona. Fueron los bocados que el eligió, nunca a nadie más servirán igual.
Me viene a la mente la frase que dijo un sabio: “La mente es el inmenso trastero donde se acumulan nuestras posesiones.” Todo cuanto poseemos está en la mente, “nuestro conocimiento” nos da la medida en que comprendemos y vemos el mundo. Nuestro conocimiento es algo íntimo y propio, pero no está hecho solo de intelecto.
Y es que a veces todo parece convertirse en una carrera, en un frenesí, en una aceleración para conseguir, para saber más y mejor…

“Pasan muchas cosas en un siglo, sí… Yo diría que hoy en día es aún más tiempo de lo que ha sido a lo largo de la historia. Desde hace unos cuantos años está pasando una cosa muy rara y para mí muy angustiosa. El tiempo, por decirlo de alguna manera, está alcanzando al tiempo. Esto lo he dicho, yo creo, en alguna ocasión… El presente ya es pasado; el presente ya es percibido como pasado. Lo que acontece inmediatamente pasa a engrosar las filas de lo ya pasado. Se pueden buscar ejemplos inocuos. Uno saca un libro, o alguien estrena una película, y en el momento en que ya sale, se puede leer “se estrena”. Ya deja de interesar, o de importar. Rápido: ¿qué viene ahora? Parece como si las cosas, por el mero hecho de hacerse presentes, pasaran inmediatamente hacia el pasado”.
Ha dicho Javier Marías en: http://elpais.com/elpais/2015/02/13/eps/1423835709_080999.html

Para contrarrestar esa influencia nociva y esa desorientación hipnótica de la sociedad comparto estas coplas del poeta Julio G. Alonso. Una mirada y un sentimiento sereno, una sabiduría que no está en los libros, ni en las cabezas, sino en los pequeños actos y entreactos de la vida. Un elixir que eleva el espíritu por encima de las limitaciones de esa existencia, nos hace libres del saber para simplemente, Ser.

Coplas
a lo que en la vida importa

Si del correr de la vida
nos damos apenas cuenta,
ni advertimos
que su paso es una herida
que sin que el cuerpo la sienta
recibimos,
aún somos menos conscientes
de lo que la vida llena
de sentido,
y amigos, amor, parientes,
damos sin más a la pena
del olvido.
Y haciendo de tal manera
nada nos será en provecho,
de tal suerte
que cuanto está a nuestra vera
arrojamos en el lecho
de la muerte.
Perseguir aplauso y gloria
es empresa fatigosa
para el alma
y en las vueltas de esa noria
no encuentras paz provechosa
ni la calma.
Y a la postre, ya en la cuenta
de todo el tiempo perdido
sin remedio,
verás que toda tu renta
será un corazón partido
por su medio.
Huye de la gloria inútil
que enreda tu sentimiento
de tal modo
que todo lo vuelve fútil
sin hallar lugar, ni asiento,
ni acomodo.
Y en la soledad escucha
tu alma hablar con mesura
lo que sientes,
y abandonado a esta lucha
será tu voz cual frescura
de las fuentes.
Verás que no cabe gozo
mayor, ni mayor sorpresa
si riendo
hallas el sano alborozo
del vino y pan en la mesa
compartiendo.
Que al fin lo que más importa
de ser feliz no es la fama
ni la gloria,
sino en esta vida corta
amar con quien bien te ama
es la historia.

Julio G. Alonso
http://lucernarios.net/2011/10/14/coplas-a-lo-que-en-la-vida-importa/

8 comentarios en “Tempus fugit

  1. He leído con atención e interés tu artículo, con la sorpresa añadida de ver incorparadas estas coplas en él, junto a tus mesuradas opiniones ante las inquietudes que nos sobrevienen del modo de vida en nuestras sociedades y las palabras del artículo de Julián Marias.

    Te expreso mi gratitud por tal detalle que, si bien no es fundamental para tu bien argumentado artículo, aporta -desde la poesía reflexiva, más o menos filosófica- esa actitud vital de valoración de cuanto el tiempo nos acerca a la vida, como se puede leer en las coplas.

    Si ordinariamente disfruto con la honestidad de tus artículos y sus bien sentados principios, hoy y con éste me siento particularmente distinguido, lo que suma en satisfacción. Gracias, Quirico, con un abrazo.
    Salud.

    Julio G. Alonso

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    • Gracias a ti Julio por tu generosidad y humildad. Para mí compartir tus palabras, tan visuales y cargadas de tanta sensibilidad, entre mis pensamientos desordenados, es todo un honor.
      Un abrazo.

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  2. Yo aprendí (y de esto no hace mucho) que cada cual escoge su camino como lector de la misma forma que uno va escogiendo en la vida o se deja llevar o lo que sea que pase con la vida que uno va viviendo. Con los libros, como digo, lo mismo: configuran a la persona, y la persona configurada busca libros que se ajusten a su personalidad, al momento por el que está pasando y va creando su acervo, que es único e íntimo. Muy buen artículo. 🙂

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    • Así es Toni. Aunque la vida, aparentemente, es igual para todos. Cada uno tiene una visión propia y única de la misma. Irrepetible. Sobre eso escribimos.
      Gracias por pasarte y comentar.

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