Se levanta por la noche. Enciende la lámpara de la mesita. Entra al baño en penumbra, y ve la sombra en el espejo y dos ojos amarillos mirándola. Permanece de pie, aterrorizada, inmóvil. “Sobre todo, no corras”. Transcurren unos segundos, no pasa nada, no se abalanza ninguna bestia sobre ella. Da la luz. Mira sus ojos en el espejo, traspasa la puerta de las pupilas y, allí dentro, en el fondo de la retina, un tenue fulgor ambarino reluce.
Fragmento de Fieras.
Es un microrrelato impactante. Me asombra cómo con cuatro pinceladas se puede crear tanta tensión y descubrir el miedo que somos capaces de producir y producirnos a nostros mismos.
Salud.
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Gracias por tu comentario Julio. De hecho, aunque parece un microrrelato, es un fragmento de un cuento más largo(llamado Fieras) que trata sobre eso, los miedos y las fieras que pueblan lo exterior y el interior. Un abrazo.
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