La noche caía, las estrellas se reflejaban frías sobre el agua y la luna se deslizaba espectral sobre las cimas, despertando a las sombras de las rocas, a las peñas y a los pinos muertos, que se alzaban y se movían siguiéndola. El viento agitaba las hierbas murmurando lenguas desconocidas, silbando entre las frondas oscuras, imitando gritos de agonía, lamentos y llantos de los que allí habían muerto ahogados. El miedo había arraigado en mí y se intensificaba creando monstruos pavorosos que amenazaban con salir del agua para arrastrarme con ellos. Corrí con todas mis fuerzas, sin mirar atrás, por el sendero iluminado por la última claridad cárdena y la luna llena.
Bella prosa poetica que perturba. Un abrazo
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Gracias Ruben, por tu comentario. Un abrazo.
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Pesadilla romántica para un paisaje de ensueño. Salud.
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Una leve variación en la luz, hadas y elfos se transforman en seres oscuros.
Gracias por tu visita Julio.
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