“He tenido esa experiencia de levantarme en medio de la noche y quedarme pasmada. Me hace pensar que el hecho de no ver ya las estrellas es una de las cosas que más nos separan de nuestros ancestros. Nos hemos vuelto muy individualistas y desdeñosos con la idea del destino. Me pregunto cuánto de eso tiene que ver con que no tenemos todas las noches la sensación de cuán insignificantes somos en medio de ese extraordinario tapiz de estrellas…”
Eleanor Catton.
Un aire de infinitud nos conmueve al mirar el firmamento estrellado. Algo intangible nos toca, algo muy íntimo se agita dentro nuestro. Nos sobrecoge la sensación de ser algo minúsculo, una mota de polvo insignificante, innecesaria, en el proceso que estamos contemplando. Pero no creo que sea lo que vemos, lo de fuera; sino lo que sentimos, lo de dentro, aquello que nos produce tal sensación. Aunque no es exactamente una sensación, más bien una conmoción plácida; que nos perturba y nos sacude, que nos hace abrir los ojos, pero no los ojos que ven, meros órganos físicos, sino los ojos del veedor, de aquel que tras ellos observa. Si uno se imagina mirando con los ojos hacia dentro, hacia la nuca, tratando de encontrar a aquel que mira, nos encontramos con que no hay nada. Solo infinitud.
Brillan las perlas de agua, engarzadas en el hilo de una telaraña, creando una galaxia poblada de lunas diminutas. Se espolvorean de polvo de oro las copas de los árboles al amanecer. El perfume de una rosa convoca imágenes y ensoñaciones de mundos oníricos. El vaivén de las olas nos habla con un lenguaje que no conocemos, pero tampoco hace falta, nos dejamos mecer por el mismo y en ese abandonarse no hay preguntas ni respuestas. Nos convertimos en infinitud.
“Desde lo más profundo de mi corazón salió un pájaro y voló al espacio.
Mientras más alto volaba, más crecía.
Al principio era como una golondrina, luego como una alondra, después como un águila, de pronto, tan grande como una nube de primavera, y por último, cubrió el cielo estrellado. Desde mi corazón, un pájaro voló al cielo.
Y se volvía más grande conforme más volaba.
Sin embargo no abandonó mi corazón.”
Khalil Gibrán
Que lindo las citas que mencionas, es maravilloso en lo que nos podemos convertir cuando vemos en nuestros adentros. Yo cuando tengo la oportunidad de sentir mi esencia (por ponerle un nombre) nunca termino de sorprenderme de todo lo que el pensamiento me permite expresar, esa catarsis en la que nos podemos sumergir a tal grado de sentirnos parte del todo, o todo parte de nosotros.
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Gracias por tu comentario xstarlight. Así es, cuando uno se siente conectado a la vida con toda el «alma», es dificil trazar las fronteras entre uno y el todo, hay como una comunión indivisible, una sensación de unidad. Algo que dificilmente las palabras pueden describir.
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