La finalidad del viaje no es alcanzar la meta, ese es el punto de destino, la finalidad última es el viaje en sí mismo. Todo héroe literario o cinematográfico emprende un trayecto exterior o interior, o ambos a la vez, en el cual aprende sobre la vida, pero de manera especial sobre si mismo. Una búsqueda para alcanzar algo…Una odisea que lo cambia. No es la misma persona la que emprende el camino que la que llega al final del mismo. Y sin embargo…lo son, pero algo sustancial ha cambiado.
¿Es el personaje el que da forma al destino o el destino el que da forma al personaje?
Leí en Bizancio de Stephen R. Lawhead:
“A menos que el peregrino lleve consigo lo que busca, no lo encontrará cuando llegue.”
Decía José Luís Sampedro en Octubre Octubre: “Sólo pueden ver la zarza ardiente aquellos que la llevan encendida dentro.”
Buscamos algo que ya tenemos…pero no poseemos. En el trayecto lo hacemos nuestro.
Todo esto viene a cuento debido a que releía algunos capítulos de Obabakoak, de Bernardo Atxaga, un libro manual de aprendizaje en la escritura, fuente de inspiración y de reflexión, un libro de relatos, una novela según se mire. En uno de los cuentos se narra el encuentro de un criado con la muerte….La muerte, como destino ineludible, siempre ha sido la menos querida de nuestras posesiones. O acaso ¿no seremos nosotros una posesión suya?
El criado del rico mercader
Érase una vez, en la ciudad de Bagdad, un criado que servía a un rico mercader. Un día, muy de mañana, el criado se dirigió al mercado para hacer la compra. Pero esa mañana no fue como todas las demás, porque esa mañana vio allí a la Muerte y porque la Muerte le hizo un gesto.
Aterrado, el criado volvió a la casa del mercader.
—Amo —le dijo—, déjame el caballo más veloz de la casa. Esta noche quiero estar muy lejos de Bagdad. Esta noche quiero estar en la remota ciudad de Ispahán.
—Pero ¿por qué quieres huir?
—Porque he visto a la Muerte en el mercado y me ha hecho un gesto de amenaza.
El mercader se compadeció de él y le dejó el caballo y el criado partió con la esperanza de estar por la noche en Ispahán.
Por la tarde, el propio mercader fue al mercado, y, como le había sucedido antes al criado, también él vio a la Muerte.
—Muerte —le dijo acercándose a ella—, ¿por qué le has hecho un gesto de amenaza a mi criado?
—¿Un gesto de amenaza? —contestó la Muerte—. No, no ha sido un gesto de amenaza, sino de asombro. Me ha sorprendido verlo aquí, tan lejos de Ispahán, porque esta noche debo llevarme en Ispahán a tu criado.
Nunca me he cansado de dar este relato en mis clases, escrito en ingles bajo el título de «The appointment»
Muchas Gracias por compartirlo con nosotros, su version en español, mas corta pero con el mismo sentido.
Siempre lo he utilizado para enseñar mediante determinadas estructuras gramaticales y tiempos verbales que aparecen en el texto, el tema del destino, del libre albedrio y el determinismo.
Saludables fuentes de energía que alimentan el alma, compartes en tu blog, QM.
Te felicito.
Pat
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Muchas gracias mariposa violeta por tus palabras y por detenerte un instante a compartirlas.
El destino es siempre un tema profundamente inquietante, de esas preguntas que ya se formulaba Aristóteles y que seguramente nos seguiremos formulando ¿la persona elige el destino o el destino a la persona? Seguramente la respuesta no sea para contestarla a través de palabras sino como sentimiento interno ante la propia vida. Inexplicable. Un koan Zen.
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«…Leí en Bizancio de Stephen R. Lawhead:
“A menos que el peregrino lleve consigo lo que busca, no lo encontrará cuando llegue.”
Decía José Luís Sampedro en Octubre Octubre: “Sólo pueden ver la zarza ardiente aquellos que la llevan encendida dentro.”…»
En realidad el viaje es aparentemente de un lugar a otro. Pero en definitiva, el viaje interior, es el guia determinante para llegar al verdadero destino o meta espacial o geografica del viajero.
El encuentro consigo mismo, lo ve reflejado en el universo que le hace de espejo y eco de si mismo al viajero que emprende su viaje interior recorriendo el polvo del sendero que elige transitar.
«…Caminante no hay camino, se hace camino al andar…» Antonio Machado, fragmento de Cantares de Joan Manuel Serrat
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Estoy totalmente de acuerdo con tus apreciaciones. El cuerpo se desplaza de un lugar a otro, viajando, pero la conciencia, por así llamarla, está en todas partes inmóvil, es la materia que conforma los caminos, los paisajes y las gentes. No nos es ajena pero en ocasiones es una completa desconocida que buscamos en un viaje que emprende el cuerpo. Todo es un espejo en el que a veces no nos gusta reconocernos.
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Te paras a reflexionar con sabiduría sobre el significado del viaje en la vida humana y traes ejemplos como el de Atxaga, libro que leí hace muchos años en euskera y que me despertó los sentidos. Tus reflexiones son como pinceladas bien trazadas sobre un cuadro amplio y claro. Aluden en otro comentario a Antonio Machado con mucha razón y en mí se despierta siempre la visión de Kavafis y el viaje de Odiseo o Ulises de vuelta a Ítaca. En este caso se trata de un viaje de vuelta, cargado de experiencias y conocimientos. Seguimos en el camino, continuamos el viaje…
Salud.
Julio G. Alonso
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Gracias por tu comentario Julio. Sí, el libro de B. Atxaga es de esos que dejan una cierta huella. Con la edad uno recuerda aquellos libros que significaron algo, los que de alguna manera pasaron a formar parte de nuestra historia individual. Aparte de los autores que mencionas también El desierto de los tártaros de Dino Buzzati da mucho que pensar sobre el viaje…el centro permanece aparentemente inmóvil, como la rueda del carro, y todo se desplaza alrededor.
Estos blogs donde dejamos nuestra huella, son también eso, una conversación, una charla amena con otros viajeros mientras vamos haciendo camino.
Saludos.
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