“Pensaba que te conocía después de tantos años y estaba equivocada. No conozco para nada al que ha escrito este libro. No puedo encontrarte entre sus páginas. No es algo bueno ni malo, no me lo esperaba…”
Esto me lo dijo una persona, una vieja amiga, en el acto de presentación del libro.
Y es que a veces la realidad supera la ficción y el autor es más sorprendente que aquello sobre lo que escribe. A veces no se distinguen los límites entre la imaginación y la vida. Y disfrutamos con ello, desdibujando los horizontes deliberadamente. Uno tiene a veces una sensación de deshonestidad, de no haber sido totalmente sincero con los que te rodean, de no haberte mostrado como ellos esperaban que fueses, pero es una sensación fugaz, porque la escritura es un viaje de descubrimiento, una aventura hacia rumbos desconocidos, donde muchas veces el primer sorprendido es el que escribe.